Publicado el 23 de agosto de 2022

Alumni around the world: Una vida en 3 continentes con las matemáticas en el corazón

Oriundo de Chillán, y ampliamente reconocido por ser el primer chileno en llegar al puesto de profesor titular en una de las universidades más antiguas del mundo, hablamos del Ricardo Ruiz, matemático, investigador y el fiel reflejo de lo que significa ser alumni UdeC.  

El profesor Ruiz nos recibe en lo que considera su casa en Chile, el Centro de Investigación en Ingeniería Matemática de la Universidad de Concepción, el CI²MA que curiosamente está en el punto más alto del Campus Central. Nos saluda mientras atiende amablemente las consultas de uno de sus alumnos tesistas en Chile.  

Antes de comenzar oficialmente, nos asalta la curiosidad ¿Será que esta es una visita netamente académica? A lo que nos responde, “bueno, trato de venir tanto como puedo a ver a mis alumnos y a mis colegas. Pero también aprovecho de visitar a mi familia en Chillán”.  

Se retira el tesista y rápidamente nos incorporamos a la dinámica de la entrevista. 

¿Qué cosas se extrañan de Chile y de Chillán? 

No tantas cosas, porque vivo en Australia, donde hay gran presencia de chilenos. Así que es mucho menos de lo que extrañaba cuando vivía en Europa. Ahora vivo en una ciudad muy grande, en donde en un radio de 5 km, tengo 3 panaderías chilenas, he visto más chilenos de lo que había visto en todo el tiempo que viví en Suiza e Inglaterra. 

¿Pero qué es lo que más extraña?  

La cercanía, lo personal, lo que no puedes transmitir o reemplazar vía Zoom o WhatsApp. Lo que es muy parecido a lo que pasa en la Academia. La tecnología nos permite colaborar a distancia, teniendo reuniones con colaboradores, pero hay un montón de cosas que la tecnología no puede reemplazar completamente. 

El contacto personal es súper importante, especialmente para los que hacemos ciencia fundamental. En la investigación fundamental es importante poder conversar así, sentarse y compartir frente al computador o frente a la pizarra. 

¿Por qué opta por las matemáticas? 

Siempre quise trabajar en investigación, aunque no sabía muy bien lo que era, pero siempre me gustó el concepto de ser científico y viajar. Tener la posibilidad de trabajar con personas de otros países, de aprender otros idiomas.   

Lo que inclinó la balanza al momento de decidir por una profesión fue mi propia investigación. Vine desde Chillán a Concepción a conversar con los jefes de carrera de ese entonces, para que ellos me dijeran que hacía alguien que trabajaba en ingeniería matemática. 

Ellos me explicaron y me dieron ejemplos de matemáticos prominentes, que salieron de este Departamento, que estaban trabajando en el extranjero o que tenían colaboración con el extranjero, y eso para mí fue muy llamativo. Siempre quise eso. 

Siempre me he considerado muy creativo, siempre me han gustado las estructuras, la búsqueda de patrones en los fenómenos naturales, en muchas áreas, entonces la ingeniería para mí era algo super claro. Sabía que iba a terminar haciendo algo que tenía que ver con ingeniería porque eso me encantaba y empecé a buscar los tipos de ingenierías que había disponibles. Pero tenía una barrera, todos esos planes de estudios incluían química, algo que detesto.  

Entonces la única ingeniería que no tenía química era una ingeniería que se llamaba ingeniería matemática. 

El mundo crea modelos, cuando me escriben lenguaje matemático riguroso, su visión de los fenómenos naturales y de los procesos que encuentra en la ingeniería de los fenómenos en el cuerpo humano, etcétera. Para mí fue fascinante. 

Un hombre que ha dejado todo por las matemáticas  

Ruiz disfruta tanto lo que hace, incluso por perseguir sus sueños no ha dudado en dejar su hogar y seres queridos para cumplir sus objetivos.  

Primero dejó Chillán por llegar a la UdeC ¿A quién dejó allá? 

Claro, dejé a mi familia en Chillán por venirme a la universidad. Mis padres y mis dos hermanos menores, uno que es ingeniero y otro es Pastor de la Iglesia, pero valía la pena. 

Ya estudiando en la UdeC, sabía que iba a tener que hacer un Post Doctorado en el extranjero, porque la movilidad es esencial para la investigación, no solo para conocer otras realidades y generar redes de colaboración, sino también para abrirse al conocimiento. 

Solo así somos capaces de comprender otras maneras de trabajar, no sólo la parte científica en sí, sino también todo lo que rodea a la ciencia, la logística de la ciencia, que es muy diferente en distintos países y todo eso te enriquece mucho. 

¿Por qué seguir adelante con la investigación? 

Simplemente me parecía lo natural. La forma en que el pregrado en ingeniería matemática estuvo estructurado los años que yo estudiaba, era simplemente una carrera para hacer investigación en matemática aplicada. 

En ese momento la proporción de gente que terminaba haciendo transferencia a la industria directamente era muy poca. Hoy eso ha cambiado y estoy muy contento de que haya sido así, porque la investigación no es para todo el mundo, incluso si te gusta hacer matemáticas, si es tu pasión, no necesariamente la academia es tu pasión. 

Y el porcentaje de posiciones académicas disponibles con respecto a la cantidad de posiciones en la industria para gente que haga modelamiento matemático es muy limitada.  

Entonces estoy muy contento de que haya hoy otras oportunidades, no solamente en nuestro programa aquí, en la de Laudes, sino en todo el mundo la gente que hace matemáticas ahora tiene una transferencia de conocimiento y que puede salir hacia la industria directamente.

Impacto real 

¿Cómo llega a la biomédica? ¿Qué tiene que ver con las matemáticas? 

Mi interés comenzó con la incorporación de académicos extranjeros a la Universidad de Concepción. El Profesor Raimund Bürger, fue mi profesor guía, y trabajaba en el diseño y análisis de métodos numéricos para problemas acoplados que tengan que ver con interacciones hiperbólicas, ecuaciones hiperbólicas. 

Él tenía un colaborador en Noruega, también tenía otro colaborador de origen marroquí, que estudió en Francia, donde había una intersección de tipos de problemas similares, pero él trabajaba ecuaciones que modelan el comportamiento eléctrico de las células del corazón. 

Esa persona eventualmente tomó un puesto aquí como profesor en la Universidad de Concepción y él fue mi codirector de tesis. Luego, me propuso ese tipo de problemas.  Lo que eventualmente abrió un mundo completamente nuevo para mí. El estudiar, procesos biológicos, procesos de modelamiento de células de modelamiento de fenómenos cardíacos. 

Lo encontré fascinante, porque cambió el paradigma de hacer investigación para mí.  Encontré una motivación más allá de la belleza de las matemáticas, de la belleza de las estructuras, de los problemas que trabajamos o del del rigor matemático, había una aplicación inmediata. 

Bueno, me di cuenta de que no era tan inmediata, pero es algo que motiva y que te motiva a trabajar en problemas sociales sean más verdaderos. Hay un impacto real y no solo hacia el exterior, cierto, sino también hacia el interior. 

¿Por qué al interior? ¿Habla de usted? 

Claro, yo me lo puedo decir a mí mismo. Imagino que eso es algo con lo que todos los que hacemos ciencia, alguna vez tenemos dificultad de explicar o de darnos cuenta del impacto de lo hacemos, o darnos cuenta del impacto del trabajo que hacemos día a día, porque eso generalmente toma mucho tiempo hasta ver un resultado.  

¿Seguir investigando fue también un paso natural? Buscaba encontrar oportunidades fuera de Chile 

La ciencia avanza cuando hay interacción con la ciencia, avanza cuando las ideas que se me ocurren a mí son reutilizadas inmediatamente por otros grupos y viceversa. 

Ah, y la cantidad de gente, la masa crítica de gente haciendo algo similar en Chile era bastante baja. Entonces había que buscar opciones en el extranjero. 

 Aquí tenían contactos, tienen contactos con centros de investigación de alto rendimiento en el este. Entonces tuve la bendición de encontrar uno de esos contactos en los dos años en Suiza, donde gente que hacía matemática de primer nivel, especialmente con aplicaciones al sistema cardiovascular, y querían agregar a sus modelos un nuevo componente, que era la electromecánica del corazón, y yo estuve a cargo de ese proyecto por varios años. 

Estuve cuatro años y medio en la Escuela Politécnica Federal de Lausanne, y después estuve un año y medio en la Universidad Lausanne  que está al otro lado de la calle, 6 años en total. 

 

En Suiza, ¿Se encontró con alguna barrera?  

Sí, la cultura, por supuesto. Suiza es un país muy particular, incluso dentro de Europa. Llegué a una zona francófona por lo que tuve que aprender francés, pero en el ámbito universitario hay mucho extranjero, por lo que las clases y actividades se hacen en inglés. 

Excepto por algunos cursos de pregrado que se hacen en francés, pero todo el resto es en la interacción con los colegas. Todo es en inglés. El Grupo al que llegué estaba compuesto mayormente por italianos. Entonces la interacción se hacía principalmente en inglés, y al ser Italia muy cercana a la cultura chilena tampoco era demasiado el shock cultural.  

Pero obviamente, el cambiar de continente, cambiar de tradiciones, cambiar de zona horaria son complicaciones a las que te vas acostumbrando de a poco.  

Persiguiendo pasiones 

Estando al otro lado del mundo, ¿Afecta la soledad?  

No tanto, porque me fui acompañado de mi señora quien terminó su especialidad médica allá.  

Y bueno soy un apasionado por la música porque lo que me llevé mi guitarra y mi clarinete para seguir tocando. En el ambiente universitario, la gente tiene que encontrar algo más para hacer, de los contrario no se vuelve loca. 

Y la música para mi es una de las salidas más frecuentes al estrés.  

Con mis dos hermanos tenemos una relación muy cercana, compartimos el amor por la música también. En la casa siempre tuvimos música, somos músicos los tres. Cada uno tocaba un instrumento así que me lleve la música para recordarlos también. 

Las matemáticas y la música son su pasión ¿Enseñar es otra pasión para usted? 

 Honestamente para mí la docencia es una cruz que tenía que llevar, porque me gustaba tanto hacer ciencia que tenía que hacerlo.  

Pero con el tiempo he ido apreciando más y más la importancia de la docencia, o ha crecido mucho más el interés por la docencia, por mejorar mi capacidad como maestro. La razón por la que comencé a apreciarlo más es porque empecé a hacer cursos que eran más y más cercanos a mi área de investigación y ahí la cosa se vuelve diferente, porque estás hablando de temas que para ti son sexys, son interesantes, son apasionantes y eso se traduce inmediatamente en una recepción diferente por parte de los alumnos, y recibir esa retroalimentación de los estudiantes es gratificante.  

¿Cómo llega la oportunidad de ser académico en Oxford? 

 Bueno salí de Chile por amor a las matemáticas, pero no me fui solo. Salí acompañado. Mi esposa salió conmigo desde Chile. Ella es médico, e hizo parte de su especialidad en Suiza, por lo que al terminar alcanzó una posición muy estable allá. Pero lamentablemente el mío no lo era. Tuve la posibilidad de extender el contrato, pero siempre año a año.  

Pero llega un momento en la carrera académica en la que necesitamos estabilidad, porque necesitas tener alumnos de doctorado que tienen una vida media de tres a cuatro años, entonces necesitas embarcarte en proyectos de investigación con una vida media de cuatro años, y si tu puesto no es permanente resulta difícil. Entonces me decidí a buscar otras oportunidades.  

Así conseguí un puesto en Inglaterra. El salto Inglaterra fue simplemente porque estaba buscando activamente sobre todo en Suiza, pero no funcionó.  

Sin embargo, creo que para mí fue muy importante conocer otra cultura académica, conocer un lugar donde las cosas se hacen completamente diferente de lo que estaba acostumbrado, completamente diferente a Chile y a Suiza, en las tradiciones de la Universidad, en todo el sistema académico, desde la admisión hasta las graduaciones.  La manera en que se imparten los cursos de postgrado.  Creo que eso me ayudó muchísimo para para crecer. 

Además, Oxford, es una Universidad con mucho reconocimiento, con mucha reputación, lo que hacía que estuviera en contacto casi continuo con gente de primer nivel en todos los, en todos los ámbitos. 

Pero, en la vida familiar ¿Qué pasó? 

Bueno para mi esposa la convalidación de su título de Medicina era un problema burocrático enorme, por lo que decidimos como familia que seguiría trabajando en Suiza y yo seguía trabajando en Inglaterra y nos juntábamos los fines de semana.  

Fue difícil, estuvimos viviendo de a fines de semana por cuatro años. 

Llegamos a Australia porque estábamos buscando un lugar donde pudiéramos hacer carreras los dos. Para mí era muy difícil en Suiza y para ella era difícil en Inglaterra y eventualmente, encontramos en otro continente un lugar donde hay posibilidades para ambos. Nuestro paraíso en Común.  

Siguiendo a Chile desde su paraíso 

¿Qué lo trae concretamente a la Universidad? 

 Siendo yo un producto de la Universidad de Concepción, siendo un producto del programa de Ingeniería Matemática y producto del programa de Doctorado en Ingeniería Matemática. Esta es mi casa. Tengo afinidad no sólo académica con los profesores del CI2MA, sino también, afinidad personal, somos amigos, hemos creado vínculos más allá de los científicos, y este es un lugar que para mí está muy cerca de mi corazón. 

Cada vez que tengo la oportunidad vengo. Tenemos proyectos en común, de cotutela de estudiantes. De hecho, queremos comenzar un programa de pasantías en Monash University  para alumnos de ingeniería matemática del pregrado, pero también para alumnos de Doctorado en Ingeniería Matemática. Hay un par de alumnos que van a ir este año y otros que irán el año siguiente. 

Para mí como profesor, el tener contacto directo con alumnos formados en Concepción, con la calidad y con la cantidad de material que ellos ven, resulta ideal porque lo comparo con los grados que tenemos allá.  Desafortunadamente en Australia, el pregrado es muy corto. Entonces las tesis que se logran hacer en los proyectos de investigación son muy modestas, mientras que, si los comparamos con alumnos de Ingeniería Civil en la Universidad de Concepción, que tiene 6 años de pregrado, los alumnos tienen una madurez científica más desarrollada, simplemente a otro orden de magnitud. 

Para mí como investigador, el tener acceso a ese tipo de alumnos estando en otra Universidad, es simplemente algo fabuloso. 

Trato de venir una vez al año por los tesistas que necesitan supervisión directa y también para mantener la colaboración activa.  Porque las colaboraciones virtuales funcionan para cierta parte del proyecto. 

Por ejemplo, para el comienzo de cada colaboración o el momento en que hay que abordar un problema difícil nada reemplaza estar los dos mirando a la pizarra por 3 horas sin hablar, con un café conversando, madurando los problemas. Eso es algo que para nosotros es esencial. Las colaboraciones en vivo y directo, para los matemáticos, es lo que es el trabajo en terreno para otras ciencias.  

Y con estos viajes ¿No le atrae la idea de volver a Chile? 

Por el momento no, no tenemos plan de volver como familia, pero tampoco es algo que descartemos completamente. De hecho, si no hubiésemos encontrado un paraíso común para mi señora y para mí, la opción habría sido volver a Chile. Pero, por el momento estamos bien donde estamos. 

 ¿Con cómo ha visto la evolución en Chile? Nuestro país ha estado pasando por procesos político-sociales importantes ¿Cómo es verlo desde afuera? 

 La cara visible de Chile, desde el exterior es que es un país que mantiene estabilidad, al menos la opinión pública externa de Chile, tanto política como económicamente, es de estabilidad. 

Yo que estuve en el 2019 aquí, me parece que no es tanto. No hay una estabilidad completa en ninguno de los de los aspectos, pero me imagino que la opinión pública internacional al referirse a esa estabilidad es simplemente comparada con lo que sucede alrededor con nuestros vecinos y que realmente están en una situación precaria en todos los en todos los ámbitos.  

Obviamente sigo un poco las noticias de Chile, sigo un poco lo que mi familia me dice y ha sido muy complicado, pero Chile es uno de los países que al parecer ha manejado bien esto de la pandemia. Al menos en el proceso de la vacunación. Lo hizo muy bien. 

¿Cómo ha sido establecerse en este tercer continente para ustedes? 

 Australia nos gusta mucho por el ritmo de vida, por la seguridad que hay.  

Donde estábamos anteriormente había mucha seguridad económica y calidad de vida. Nosotros pensábamos que teníamos una calidad de vida excelente. Pero ahora, que nos mudamos a Australia vemos que tenemos una calidad de vida aún mejor, no solo por la parte económica. En ciertos países en Europa, el ritmo de vida era un frenesí a diario tanto en la profesión de médica como en la Academia, un estrés diario.  Versus lo que veo en Australia, que no lo es para nada. La gente disfruta mucho más la vida que tiene aparte del trabajo. Por eso para nosotros Australia, hasta el momento es un lugar fabuloso. 

Profesor, ¿Cree usted que el estado de desarrollo de la ciencia actual en Chile se ve influido por políticas públicas? 

Claro, es el dinero, cierto, yo pongo más recursos donde como país creo que necesiten avanzar más rápido o se necesite un fomento de ciertas áreas específicas, eso se puede controlar a nivel ministerial y poner más recursos en ciertas áreas. 

Por otro lado, la academia y las universidades tienen la obligación moral de dictar las modas y no simplemente seguir lo que el Gobierno está dictando. Deben involucrarse y opinar en donde hay que poner recursos, y a donde hay que avanzar más, priorizar. 

 Creo que es trabajo de las universidades también, porque podemos seguir la moda hasta cierto punto, pero nosotros aún seguimos siendo los encargados de dirigir la ciencia. 

¿Cómo pasamos a una sociedad basada en el conocimiento? 

 Creo que, abriendo conversaciones, en una mesa en donde estén los académicos también.  Yo crecí escuchando que necesitábamos un cambio de mentalidad y que eso lo iba a traer una generación, la generación más joven. Pero creo que eso es un trabajo de los que ya estamos aquí. No, sólo de los que van a venir. 

Entiendo la frustración de muchos científicos que dicen, ya me cansé de ladrarle al cerco y simplemente me voy a dedicar a mi ciencia de alto rendimiento y a los que hacen las políticas que continúen tomando decisiones, yo simplemente me voy a marginar de eso. Eso también creo que es una actitud un poco egoísta.  

Para conseguir resultados hay que trabajar y colaborar, hay que remar para el mismo lado, aunque muchas veces sea difícil de conseguir. 

Ha estado usted en 3 continentes diferentes ¿Cómo cree que se perciben a los investigadores chilenos? 

Bueno, yo conozco la realidad de los matemáticos, y la verdad es que tenemos una excelente reputación gracias a gente que ha trabajado por relevar el nombre de Chile en su investigación. Científicos que podrían haberse ido y desaparecer. Cortar todo vínculo versus gente que sigue teniendo vínculo con el país y sigue promocionando Chile como una cuna científica en Latinoamérica. Gracias a esas personas, a esos esfuerzos individuales, hoy tenemos una reputación global.  

Ahora que ya le queda menos para volver si pudiesen llevar algo adicional de su maleta que sea de Chile, ¿Qué se llevaría? 

 Creo que llevaría manjar y avellanas. Quizás el paisaje, en Australia no tenemos montañas altas, Los Alpes australianos, no se comparan a lo que tenemos en Chile. 

En cuanto al clima, tengo calor y frío extremo, el olor a leña característico de Chillán, también lo tengo de repente, y los Aromos con los que crecí en Chillán, están en todas partes porque es la flor nacional en Australia así que me siento en casa.