Publicado el 03 de noviembre de 2020

Roberto Guerrero Pérez, Docente de la FAUG UdeC y Director del 5to Encuentro Latinoamericano de la Arquitectura: “Yo sueño con que después de este Congreso seamos distintos. Profesores y estudiantes más conectados con una arquitectura propia latinoamericana»

 

Yo sueño con que después de este Quinto Encuentro seamos distintos. Profesores y estudiantes más conectados con una arquitectura propia latinoamericana abierta y creativa

La quinta versión del Congreso Internacional organizado por el arquitecto y docente de la UdeC, Roberto Guerrero y el académico de la Universidad del Bío-Bío, Claudio Araneda; que se realizará por primera vez de manera online este 25, 26 y 27 de noviembre; tiene como objetivo explorar nuevas estrategias pedagógicas en la enseñanza de la arquitectura desde lo visual hasta lo integral, pasando por lo sensorial, lo háptico y lo experimental.

Este congreso cuenta con la participación de reconocidos arquitectos internacionales como: El autor de libros de arquitectura, Francis D.K. Ching (USA); Chris Downey (USA), quien hace más de 15 años quedó ciego logrando reinventarse y aportar desde su perspectiva háptica;  Freddy Mamani (Bolivia), quien trabaja con la experimentación con los materiales desde lo sensorial; Luis Longhi (Perú), quien se dedica a trabajar con las culturas aimara. Además contará con la ponencia de la arquitecta Úrsula Exss (Chile), quien dará mirada mucho más sensible de la arquitectura. La instancia, servirá para descubrir la creatividad de estos docentes y así potenciar la singularidad de los profesores latinoamericanos, cuestión que según Guerrero, es fundamental para lograr una mejor calidad de la educación.

Los sueños sí se cumplen

“La vida te entrega regalos, la clave es tener paciencia”, afirmó el académico y es que uno de sus mayores motivaciones siempre fue generar un Congreso de la Enseñanza de la Arquitectura en Latinoamérica, pues “es lo que nos une y que es lo que nos identifica como habitantes latinoamericanos. Esa creatividad que tenemos intrínseca siempre me ha llamado la atención desde el punto de vista académico”, agregó.

¿Cómo se comenzó a gestar este proyecto?, pues bien, todo surge en 2010, cuando una ponencia del docente es aceptada en el “Primer Encuentro de la Enseñanza de la Arquitectura” en Manizales, Colombia, organizado por la Universidad Nacional de Colombia. El tema que trató fue sobre la intervención y participación de estudiantes ciegos en la enseñanza de la arquitectura, “la arquitectura generalmente ha sido enseñada, a nivel mundial, desde la perspectiva visual, pero no desde lo háptico y corpóreo; entonces mi propuesta fue bien acogida a tal punto que fue elegida como la mejor”, contó.

En esa oportunidad, Guerrero, conoció a uno de los profesores y autor de diversos libros que él leyó cuando fue estudiante de arquitectura, el reconocido académico estadounidense Francis D.K. Ching, quien, ahora, será uno de los expositores internacionales que participará en la 5ta versión del Encuentro Latinoamericano de Arquitectura.

Años más tarde, en 2018, fue invitado al 4to Encuentro, pero esta vez como invitado internacional, “ahí le planteé a mi decano, postular al Quinto Encuentro y realizarlo nosotros como universidad dentro del marco de los 100 años de la UdeC. Así fue como nos aceptaron como los organizadores del próximo encuentro”, dijo.

“No me lo esperaba, pero los sueños que uno tiene al final se van cumpliendo, solo hay que dejarse encantar con la sorpresa. Si tú te abres a eso, te va a resultar todo”, manifestó el docente, quien tuvo que enfrentar el desafío de llevar  cabo un proyecto de gran envergadura en un contexto social complejo pero que logró sortear gracias al apoyo de su equipo y sus estudiantes.

“Este congreso se iba a realizar en mayo del año pasado en el marco de los 100 años de la UdeC, pero por el estallido social se postergó y optamos realizarlo a fin de año, pero el contexto no había cambiado. Al final, tomamos la decisión de hacerlo online, un desafío enorme. Primero había que preguntarse a través de qué plataforma, cómo trabajarlo, cómo y cuánto se va a cobrar, invitar a arquitectos internacionales ligados a la docencia, etc. Pero tuvimos una buena acogida por parte de docentes de Latinoamérica, desde México en el norte, hasta Argentina por el sur, también tenemos docentes de Brasil”, relató.

“Ahí aparece la creatividad, comprometimos a estudiantes de arquitectura de nuestra casa de estudios, los cuales han sido clave en este proceso. Tenemos una universidad potente en tema académico donde nuestros estudiantes son reflejo del espíritu de la UdeC, bien lo dice el lema: Por el desarrollo libre del espíritu”, agregó.

El docente contó que, para armar este congreso, se formó una alianza con la Universidad del Bío-Bío, “invitamos también a las universidades de la región para que sean partícipes de este proceso, que es de todos y sobre todo de los estudiantes”, enfatizó.

Finalmente, teniendo en consideración la pandemia y la situación económica actual, el académico contó que tomaron la decisión de que el evento fuera gratuito no solo para los estudiantes, sino que también para los docentes que fueron seleccionados con sus ponencias junto a todos los docentes de América Latina. “Este es otro desafío, lograr una mirada más igualitaria, mucho más filántropa. Hasta el momento ha sido un proceso maravilloso, ha costado, pero ha sido fructífero”, afirmó.

La internacionalización como cimiento de la enseñanza

Según Guerrero, “es muy importante intercambiar información en el mundo globalizado, pero si bien es cierto, esto trae también sus ciertas amenazas, pues hay mucha economía protectora que defiende su mundo interior y su economía, y tratan de colocar barreras. No obstante, en el campo de la arquitectura es importante globalizar e internacionalizar las relaciones, porque la arquitectura tiene que ver con algo que es común a todos, que es dar solución de habitar en base a una cierta función, que es global, pero que tiene una gran diferencia que es su respuesta particular. La arquitectura tiene que dialogar con lo externo, con el clima, con el lugar geográfico, con que esta arquitectura se va a desarrollar. He ahí el punto que nos permite realizar un arquitectura más profunda que tiene que reconocer la cultura del lugar, los habitantes, la geografía, los materiales, por lo tanto es fundamental esta relación internacional”, aseguró.

“Si lo llevamos al campo de la medicina, hay un problema que puede ser, por ejemplo, el coronavirus –actualmente-, pero hasta que encontremos la vacuna se va a aplicar en todo el mundo de forma igual, en cambio, la arquitectura no se puede aplicar igual, a habitar en México o habitar en chile, son condiciones totalmente distintas”, agregó.

El docente enfatizó en que es clave, sobre todo para la Universidad de Concepción, tener redes, porque eso permite aprender de otros, co-crear y co-educar, “el gran problema de la enseñanza de la arquitectura es qué y cómo la enseñamos. Lo que te ilumina en encontrar esa solución es recorrer. Yo he tenido esa oportunidad por ser docente de la UdeC. He viajado con mis dudas, con mis errores, con mis reflexiones, y cada vez que viajo regreso distinto. Tengo amigos docentes en universidades de todo el mundo, he aprendido, conocido sus experiencias y cuando vuelvo, a mis estudiantes les enseño distinto, les comparto lo que aprendí. Un docente tiene que viajar, un estudiante de arquitectura tiene que viajar. Es un derecho y un deber”.

“Me he dado cuenta que en Latinoamérica, somos creativos, pero tenemos frenada la creatividad, por una mirada educativa estandarizada, económica y técnica. Si bien todos los proyectos se parecen, tú puedes ir a Medellín, Lima o La Serena en Chile, y se parecen los edificios, porque está la técnica y la economía aplicada de forma similar. Pero, ¿dónde está el ser? ¿Dónde quedó el factor principal? Hemos dejado de lado la sensibilidad y el ser humano se ha transformado en un mero artefacto, porque no hemos pensado en el verbo habitar. Habitar en modos distintos, no es lo mismo habitar en Cancún que en Viña del Mar, aunque estén en la costa, son latitudes distintas. Eso necesita un arquitecto sensible y sin prejuicios, la capacidad de conectarse”, añadió.

El origen de una pasión por la arquitectura

“Yo creo que en mi inconsciente siempre estuvo ser arquitecto”, contó. El docente reveló que fue el primer arquitecto de la familia y que todo comenzó gracias al amor y dedicación por parte de su abuela. “Me acuerdo que cuando yo tenía 5 años, mi abuela materna, María Teresa, quien perdió un ojo por un cáncer; me decía: A ver mi niñito, ¿quiere que le haga una paloma? Yo le decía que sí y ella, con masas, me hacía unos dulces con forma de paloma y yo observaba cómo iba cambiando la figura, también las diseñaba a crochet, entonces yo creo que ella es la gran responsable de que yo sea arquitecto”.

“Recuerdo que me decía de niño: ¡Tú vas a ser arquitecto cuando grande!, porque yo le dibujaba lo que ella me pedía, un árbol o un ave. Yo no sé cómo dibujaba, pero ella veía eso en mí, que era muy sensible. Entonces creo que el entorno, el cariño y el reforzamiento se traducen en el futuro. Yo soy lo que soy producto del amor y del cariño familiar. Si tú eres tratado con cariño y si nosotros tratamos con cariño a nuestros estudiantes, vamos a tener estudiantes potentes, este congreso tiene que ver con aquello”, recalcó.

Roberto Guerrero es oriundo El Salvador (tercera región, Chile), llegó a estudiar Arquitectura a la Universidad del Bío-Bío (Concepción), “recuerdo que cuando tomé el tren desde Santiago a Concepción, me llamó la atención que me despertaran tan temprano para darme el desayuno, yo decía: ¡pero si está oscuro, está oscuro aún!, esto era porque había muchos árboles que tapaban el cielo en el trayecto Hualqui- Concepción. Ahí me impactó el concepto de bosque y pensé: esto es un bosque, no el que yo tenía en mi cabeza y en mi mundo imaginario, pues en el norte, bosque son 4 o 5 árboles nada más”.

Una vez asentado en la ciudad penquista, estando en la última etapa de su carrera, Guerrero logró ser Premio Universidad (U. Bío-Bío), en su proyecto final. Después hizo su Postgrado en Didáctica Proyectual, gracias a una alianza entre su universidad y la U. Católica de Lovaina de Bélgica, donde tuvo como profesor guía, a uno de los arquitectos más renombrados a nivel mundial, Juhani Pallasmaa, quien fue jurado de los Premios Nobel de Arquitectura, “ahí partí con el tema de la incursión de estudiantes ciegos universitarios en la enseñanza de la arquitectura, había estudiantes de varias carreras. La idea era conocer cómo entienden la arquitectura y cómo les pueden enseñar a aquellos que ven”, contó.

“Un ejercicio que hacíamos con los estudiantes, los llevábamos a la Desembocadura del Biobío y la mayoría miraba el horizonte y dibujaba el mar y otros elementos visuales comunes del sector. Un día, recuerdo que una estudiante de Psicología junto a su compañera de Asistencia Social (ambas ciegas), les dicen a los estudiantes, que se tiendan en la arena, que cierren sus ojos y  que sientan el lugar, entonces los estudiantes empiezan a percibir los siguientes conceptos: sonido metálico, sonido volumétrico, sonido susurrante, cómo el aroma de la ciudad se funde con el mar, la temperatura, la brisa fresca que se cuela entre la ropa y la piel; y la textura de la arena. Empieza a aparecer una cantidad de información, que la vista frena, porque la vista es instantánea”, relató.

Un arquitecto debe manejar, en el espacio, todos los sentidos y, sobre todo, entender que es para el cuerpo humano, el cual multidimensional, que sueña, que imagina, que recuerda, que explora, que es curioso, que es una suerte de sinapsis la arquitectura espacial” agregó.

Finalmente postuló como docente a la UdeC, “siempre tuve un amor por la universidad y por el lema que pregona. Fui seleccionado y llevo aquí varios años haciendo clases. Ha sido un trayecto interesante con aprendizaje constante de la arquitectura que cada día me sorprende más en mi vida personal, y que disfruto compartiendo con mis estudiantes”, afirmó.

Ser docente, además de arquitecto, es algo que a Guerrero le encanta pues tiene que ver, según él, con lo más importante: “Educar y sobre todo en una universidad laica, que potencia el desarrollo libre del espíritu, lo que significa que tenemos que educar para extraer lo mejor del estudiante y sacar su ser interior. Si logramos, como profesores, sacar ese ser interior, vamos a lograr una sociedad más rica, más justa, más fraterna y más solidaria”, reconoció.

“Mi enfoque docente tiene que ver con lo intangible en la arquitectura, con aquello que te hace más humano. Una buena arquitectura para mí es como una especie de explosivo, al ingresar a un espacio debe deslumbrarte, emocionarte y despertar en ti algo que tú no sabes que tenías en tu interior, debe hacerte sentir que te quieres quedar ahí, una arquitectura casi humana y más dignificante que te permite hablar contigo, que te interpela, que te cuida; en el fondo, un escudo para la vida”, aseguró.

Grandes desafíos

¿Cómo llevar a cabo este desafío en los tiempos actuales?, pues bien según reconoció el académico, el lograr, como arquitecto, conectar con las necesidades de la personas y con el mundo se ha vuelto cada vez más difícil. “Los jóvenes actuales todo se lo traspasan a los aparatos  móviles. Agarro mi celular, tomo una fotografía y ahí queda la información, se viaja virtualmente pero, ¿en qué momento me conecto como antena arquitectónica con los lugares y personas? Nos hemos transformado de un ser sensorio en la etapa primaria evolutiva del ser humano que se conectaba con la naturaleza, incluso con el movimiento de la hoja de un árbol, de qué color era o si ya venía el cambio de estación. Pero hoy, ¿quién se conecta con una hoja de un árbol?”, cuestionó.

“Actualmente los jóvenes se están transformando en cuadrúpedos, hemos olvidado que etimología favorece al ser humano, antropos de raíz griega, el hombre es el que sabe mirar hacia arriba y la arquitectura tiene que ver con elevarse, pero resulta que actualmente con los móviles, tú caminas mirando hacia abajo, por ello es como casi volver a un estado animal, es retroceder y no avanzar”, agregó.

En este punto, el docente aseguró que su desafío tiene que ver con la sensibilidad, para lograr potenciar el “arquitecto antena” (término que él acuñó), un arquitecto que sea capaz de escucharse a sí mismo, de conocerse a sí mismo y capaz de entender las señales que le entrega el entorno, las personas y la sociedad en el siglo XXI, las que son muy distintas que las de hace 200 años atrás.

“Yo sueño que después de este Quinto Encuentro seamos distintos a partir de diciembre de 2020. Profesores y estudiantes más conectados con una arquitectura propia latinoamericana, que nos dé más beneficios, subrayando distintos modos de habitar donde el deber de los docentes es mostrar la sensibilidad de la arquitectura a los estudiantes. Que no compremos más creatividad, nosotros tenemos que venderla al mundo”, afirmó.

Y es que el académico, reconoce entre todos podemos mejorar la enseñanza desde la humildad y la colaboración, “hay que volver a repensar la enseñanza, la arquitectura tiene que ser más humana, ese es el desafío”, recalcó.

También aseguró que hay un desafío medioambiental, “nos hemos separado de la naturaleza. En la Edad Media se hablaba mucho sobre el gran “Libro de la Naturaleza”, que tiene el ser humano, que sirvió de inspiración para los grandes pensadores y científicos. “Es importante la sostenibilidad para mejorar la salud del planeta y la nuestra, un árbol te oxigena una ciudad. Millones de árboles generan ciudades más respirables, hemos quitado la vegetación natural con el afán de crecer”, dijo.

Creo que viene una etapa más de sensibilidad y virtualidad háptica en la enseñanza. Si bien es cierto que nos aleja físicamente (la comunicación es indirecta), creo que hay algo que nos acerca, que es la emoción, y la emoción no tiene barreras ni distancia. Yo creo que el desafío de la enseñanza de la arquitectura desde el punto de vista online debe ser en base a la emoción. Una nueva arquitectura en base a pandemias, la cual nos ha demostrado que la gente tiene mejor calidad de vida fuera de sus hogares que dentro, porque no hay ventilación cruzada, no hay vitamina D, no hay espacios para el silencio, no puedo trabajar en una casa que no hay silencios, ¿qué arquitectura hemos hecho? El desafío es global, hay que enfrentar los problemas conocidos con soluciones desconocidas”, comentó.

Según el docente, los niños son el futuro de la sociedad por lo que hay que brindarles entornos espaciales creativos que potencien la vida, sensibles de felicidad y amor; que puedan tener una educación integral, una arquitectura con un nuevo contrato espacial donde seamos actores y no meros observadores. “Si nosotros logramos enseñar a partir de los niños, podemos tener una educación más humana. Yo también creo en los jóvenes, son realmente creativos, son la fuerza motriz. Nosotros, los docentes, que ya tenemos cierta experiencia, debemos lograr dialogar con el otro, incluso con aquel que piensa distinto, pero desde la humildad para así dignificar la enseñanza de la arquitectura para el ser humano”, afirmó.

 

Revisa algunas de las fotografías de la trayectoria del docente Roberto Guerrero:

Bolivia, Taller 1er año UMSA

 

Invitado Internacional a la Universidad de Guadalajara para conferencia sobre la representación 2019

 

Celebración de la FAUG por su aniversario

Ponencia en Universidad de Monterrey