Publicado el 08 de abril de 2021

Abogada UdeC Ania Salinas Cerda: «He logrado mucho gracias a la Universidad de Concepción. Fue la mejor opción que pude haber tomado»

 

  • La primera y única chilena que trabaja en la Corte Penal Internacional recuerda con cariño sus primeros años de estudio y agradece las oportunidades que la Universidad le entregó en sus inicios para despegar su carrera internacional.

 

Han pasado 28 años desde que Ania Salinas pisó el campus de la Universidad de Concepción por primera vez. En esos días, Camila, su única hija, tenía apenas 5 días, lo que no fue un obstáculo en los estudios de derecho de la joven antofagastina quien, además, combinó sus horas de estudio con prácticas laborales desde el primer año. Orgullosa y con cierto aire de nostalgia, Ania recuerda cuando trabajaba, desde que entró a la Universidad, junto a su abuelo, el destacado ex juez Mario Cerda Catalán.

“Mi vida transcurrió entre la Universidad y los Tribunales durante los primeros 5 años. Y pude hacerlo porque mi ingreso a la Facultad coincidió con la creación del Jardín Infantil «El Amigo Pudú» para hijos de estudiantes de la UdeC, lo que me facilitó poder trabajar y estudiar”.

Camino internacional

Finalizados sus estudios de pregrado y luego de algunos años de ejercicio profesional, la abogada ingresó a la Magister en Derecho Público en la UdeC, recién en su segunda generación, la que contaba con acuerdos de cooperación entre la Universidad e instituciones europeas que le permitieron acceder a becas de investigación que la llevaron perfeccionarse en el extranjero.

“Me fui el 2004 con mi hija a Belfast, a Queen’s University. Ahí estuvimos seis meses e hice mi primera investigación en justicia transicional, la que fue publicada en una revista jurídica y esa experiencia me permitió inscribirme en otra maestría en Grecia, en la Academia de Derecho Público Europeo, donde también fui becada. En el contexto de esta maestría obtuve una segunda beca que me permitió realizar otra investigación, esta vez la Universidad de Trento, en Italia, donde también fui por seis meses con mi hija. Con toda esta experiencia te das cuenta de que existen muchas posibilidades y que sólo hay que intentarlo”.

Luego de ese periplo por Europa, la abogada postuló a la Universidad de las Naciones Unidas, en Tokio, donde   estuvo 3 meses. Tras un breve paso por Chile llego a la Universidad escocesa de Glasgow para hacer un doctorado y desde entonces… no dejó Europa.

“Cuando estaba haciendo el doctorado postulé a una especie de pasantía (Visiting Professional) en la Corte Penal Internacional y estando dentro de la organización postulé a una posición que se abrió y gané el concurso público. Así que estoy acá desde enero del 2010”.

En su calidad de Magistrada Auxiliar de la Corte Penal Internacional (CPI), el trabajo cotidiano de la abogada egresada del Campanil, se desarrolla en casos sobre crímenes de guerra, lesa humanidad, genocidio y agresión. Actualmente, está a cargo de la coordinación de una sala de primera instancia que administra tres casos de reparaciones de la República Democrática del Congo.

Entre sus últimos casos, señala con orgullo, el dictamen de una decisión de reparaciones en su sala, el reciente 8 de marzo, sobre el primer caso de violencia de género y crímenes sexuales en la República Democrática del Congo: “Se sentaron principios relevantes para la protección y reconocimiento de las víctimas de violencia sexual y la comprobación de la necesidad de tener una perspectiva de género abierta, que incluya a quienes por su identidad de género sufren de manera distinta. Avanzamos en la jurisprudencia, estableciendo no sólo una perspectiva de género, sino una perspectiva inclusiva de género”.

Pero esa sensibilidad no es algo casual. La magistrada reconoce la influencia de su historia familiar en la motivación por el trabajo que hoy desempeña en apoyo a las víctimas de crímenes de lesa humanidad.

“Mi interés por estos crímenes viene también por mi historia familiar. Mi familia vivió el exilio y resultó muy afectada por la dictadura. Mi abuelo, era un juez que había sido exiliado y que cuando volvió ayudaba a los retornados a limpiar sus papeles que registraban antecedentes penales, que no eran tales, sino que eran antecedentes políticos”.

La abogada dictando clases en la Universidad de Beijing.

En la actualidad, además de su labor en la CPI, Ania Salinas ejerce también la docencia en distintas universidades del mundo, incluyendo en la Universidad Normal de Beijing en China, donde desde el año 2013 enseña cada año derechos humanos y derecho penal internacional. Además, entre el 2018 y el 2020, gracias a un permiso que le concedió la CPI, tuvo la oportunidad de trabajar como Especialista en Derechos Humanos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington D.C.

Perspectivas de futuro

Instalada en Holanda, con apenas 45 años, la abogada reflexiona sobre las oportunidades que ha tenido para estar en el lugar que ocupa hoy, satisfecha de su trabajo, de su vida familiar y especialmente de su hija que la ha acompañado en este largo viaje personal y profesional.

“Siempre digo, mi historia con Camila es de estos casos que demuestra que todo es posible, incluso frente a las adversidades. La enseñanza es que uno tiene que tomar la oportunidad más que el problema y para ella todo fue una oportunidad. Se fue de Chile siendo una adolescente y lo tomó de la mejor manera. Le tocó estudiar muchísimo, pero lo logró. Estoy orgullosa de ella y del camino que eligió. Se tituló de médico en Italia y hoy está viviendo en Londres, realizando su maestría en la Universidad de Oxford”.

Ania Salinas y su hija Camila.

“Claro que me gustaría volver a Chile. Quizá en algún momento se abra la posibilidad de hacer algo en lo que pueda aportar con todo lo que he aprendido y sí, me gusta mucho la docencia, y me encantaría contribuir también con mis conocimientos en la UdeC”.

Nos despedimos de Ania Salinas con la certeza de que, desde allá o desde aquí, seguirá contribuyendo a hacer más grande y más conocida, su Alma Mater.