Publicado el 28 de agosto de 2020

Editorial Boletín N°6 UdeC Global

Internacionalización de la ciencia en la UdeC

Ronald Mennickent Cid, Director de Investigación y Creación Artística, Universidad de Concepción, Chile. Agosto de 2020.

Buscar una mayor internacionalización de la actividad científica es reconocer que el conocimiento y la tecnología se encuentran distribuidos en el planeta. Es reconocer también, que las soluciones a las problemáticas que enfrentamos como humanidad demandan una interacción importante entre dichos conocimientos y tecnologías. La sociedad hoy es compleja y está digitalmente interconectada. Esto permite que grupos de investigación, vinculados a través de proyectos colaborativos, enriquezcan su conocimiento y desarrollen de manera mucho más rápida soluciones eficientes y necesarias.

Una ciencia orientada a responder los grandes desafíos globales que enfrentamos, no puede concebirse sin la participación de actores globales. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por la ONU el 25 de Septiembre de 2015 y la necesaria transformación de la matriz energética mundial, reflejan algunos de estos desafíos y apuntan a la necesaria internacionalización de la ciencia del siglo XXI. Si bien lo anterior apunta al valor de la ciencia aplicada, hay que mantener en mente que ésta descansa en gran medida sobre resultados de la ciencia básica, que se encuentra también en continuo desarrollo.

Durante los últimos cinco años, el 60% de las publicaciones de académicos UdeC en revistas indizadas por la Web of Science tienen la participación de autores internacionales. Los países con que más colaboramos son: Estados Unidos, España y Alemania, con 1100, 769 y 528 documentos, respectivamente. Las organizaciones académicas con que más colaboramos son: Sorbonne Université, Université de Paris y Harvard University, con 139, 100 y 98 documentos, respectivamente. Hay que considerar que estos números son muy dinámicos. La tendencia en el porcentaje de colaboración internacional durante los últimos 5 años va levemente al alza, y está sobre el 60% desde el año 2016. Aún estamos bajo el promedio nacional del quinquenio de 63%. Astronomía, Ecología, «Marine & Freshwater Biology» y Ciencias Medioambientales son las disciplinas que tienen más artículos con investigadores de otros países.

Chile posee laboratorios naturales de extraordinario valor científico, por ejemplo su mar, sus volcanes, su territorio antártico y los cielos del desierto de Atacama, los que permiten realizar ciencia de vanguardia con colaboración extranjera. Reconociendo el enorme potencial del cielo del desierto Chileno, la inversión extranjera realizada en los observatorios astronómicos internacionales en Chile ha alcanzado varios miles de millones de euros.

Ejemplos de recientes colaboraciones exitosas realizadas en la UdeC son la obtención de la primera imagen de un agujero negro, la llegada por primera vez al fondo marino de la fosa de Atacama (Atacamex), y el reconocimiento de actividad geomagnética precursora de actividad sísmica. El estudio de la Fosa de Atacama que incluye la participación del buque alemán SONNE fue gracias a la colaboración con Dinamarca y Alemania. La investigación de geomagnetismo antes mencionada involucra colaboradores de Francia y Alemania y la investigación que resultó en la primera imagen de un agujero negro involucró una red internacional de más de 200 investigadores. Adicionalmente, el proyecto «Leighton Chajnantor Telescope» cuenta con la colaboración de investigadores de varias Facultades UdeC y de científicos del Instituto de Tecnología de California y la Universidad Normal de Shanghai de China. Este proyecto pretende instalar en Chile un radiotelescopio de ondas submilimétricas en el Llano de Chajnantor del Altiplano Chileno. Las investigaciones anteriores se caracterizan por la confluencia de equipos de trabajo multinacionales, por la importancia de nuestros laboratorios naturales, y por el carácter extranjero de las tecnologías e instrumentos utilizados.

El «lockdown» provocado por la pandemia COVID-19 ha impuesto severas restricciones al avance de varias ciencias, impidiendo las actividades de laboratorios y en terreno. En una medida sin precedentes, los observatorios del norte Chileno han detenido sus operaciones. Con casi todo el mundo en casa, uno se pregunta: ¿cómo puede ser posible la internacionalización? Quizás la clave está en el intercambio de información, que aún se puede lograr a través de la comunicación digital.

La oferta de cursos, conferencias, webinars y charlas en línea, ha aumentado enormemente y puede considerarse una oportunidad para la internacionalización. Esto tiene especial sentido en académicos con redes de colaboración formadas, pero es mucho más difícil para comunidades jóvenes recién iniciadas en investigación. El aporte formativo de asistencia a congresos y roce con especialistas es difícil de reemplazar. Casi imposible de reemplazar es el contacto personal cara a cara seguida por una conversación informal donde surgen nuevas ideas y se construye la confianza, base de una colaboración exitosa. Por otra parte, el aprendizaje in-situ con la instrumentación es una necesidad aparentemente insoslayable. Parece perentorio desarrollar protocolos que permitan la actividad de investigación en laboratorios y en terreno, bajo condiciones seguras en tiempos de pandemia. En astronomía, se podrían optimizar los procedimientos que soportan observaciones remotas y en modo de servicio, donde un reducido número de personal técnico capacitado realiza las observaciones solicitadas.

Por momentos, y al más claro estilo de un capítulo de ficción distópica de la serie Black Mirror, nos convertimos en seres puramente pensantes, haciendo uso de algoritmos y tecnologías que ayudan al flujo de nuestro pensamiento convertido en ideas e información. El cuerpo queda en segundo plano, detrás de una pantalla de cristal líquido. Esto es un desafío y nos preguntamos qué nos deparará el futuro en relación a nuestros hábitos y rutinas. Estamos construyendo juntos la historia en un momento de grandes desafíos sociales y medioambientales, quizás asistiendo a un momento histórico de quiebre de paradigmas. Solo el tiempo, el gran juez de nuestras proyecciones y predicciones, lo dirá.