Publicado el 08 de octubre de 2020

Editorial Boletín N°7 UdeC Global: «La universidad tensionada», por Augusto Parra Muñoz, ex rector UdeC y promotor de la creación de la DRI

 

Es difícil encontrar otro momento, en su centenaria existencia, de tan fuertes y apremiantes exigencias como las que ha debido enfrentar nuestra universidad en estos últimos dos años.

Los movimientos sociales, incluido desde luego el feminista, la pandemia y la crisis económica con su inevitable impacto en las finanzas institucionales, han generado desafíos que no eran posibles soslayar.

La prueba ha sido superada exitosamente. Así lo revela la continuidad de las actividades universitarias y su capacidad de adaptación a las nuevas realidades. La calificación y disposición del personal, los medios técnicos disponibles, la sinergia y, sobre todo, una dirección lúcida, clara y confiable han hecho posible ese logro.

En ese contexto, la Universidad ha asumido plenamente sus responsabilidades con la sociedad. A través de la investigación científica, ha aportado a la detección, diagnóstico y tratamiento del Covid-19. Y, al mismo tiempo, ha entregado elementos de educación e información en torno al proceso constituyente que vive nuestro país. Ha movilizado todos sus medios al servicio de la comunidad, a la que acompaña, además, con programas de difusión de las artes.

Todo ello no se habría podido realizar en una universidad aislada, ensimismada, encerrada en sí misma y en la misión definida por sus controladores. La nuestra ha encontrado fortalezas en la colaboración interuniversitaria y en la internacionalización de su quehacer. Líneas en las que debe perseverarse e ir siempre más lejos en el futuro próximo.

Tiempos confusos y convulsos como los que vivimos, alimentan actitudes conservadoras y de auto encierro. Pero ese es un camino sin ambición ni sentido de futuro, al que la Universidad de Concepción dio la espalda desde su creación.

En estos meses, las redes de académicos, formadas desde las iniciativas personales las más de las veces y no pocas de carácter institucional, se han activado y probado toda su importancia. Es que la internacionalización tiene este lado menos visible pero de creciente importancia que debe ser constantemente apoyado, estimulado y aun exigido.

El soporte, acompañamiento y estímulo, desde los decanatos y la dirección superior de la Universidad a los vínculos nacionales e internacionales de las y los académicos es indispensable. Una estructura institucional que lo haga efectivo es indispensable.

Como miembro de la comunidad universitaria de nuestra Universidad siento emoción, alegría y orgullo por lo que podemos mostrar. A pesar de las dificultades siento seguridad y optimismo. Y sobre todo siento el deber de no caer en la autocomplacencia y de seguir esforzándonos para incrementar y mejorar cualitativamente nuestro servicio de manera continua.