Publicado el 03 de noviembre de 2020

Editorial por Paulina Assmann, Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para la Macrozona Centro Sur: «El viaje del profesor Molina»

 

Hace un siglo, el viaje de don Enrique Molina a universidades norteamericanas fue clave en la creación de este plantel. Pero se trató también de un viaje caro y lento para estándares de hoy. Ese cambio, nos invita a repensar el rol de los centros de estudio como la UdeC en el escenario global.

Hace poco más de cien años, entre octubre de 1918 y junio de 1919, tuvo lugar la que resultaría ser la más importante experiencia de intercambio internacional para la Universidad de Concepción.

Ese año, y financiado por el Estado Chileno, el Profesor Enrique Molina visitó varias universidades en Estados Unidos, con el fin de escribir un reporte para el gobierno.

En los nueve meses que estuvo en el país norteamericano, el Profesor Molina pasó por Stanford, Columbia, Yale, Filadelfia, Princeton y Harvard, entre otras; para hacerse una imagen completa de su sistema de educación superior.

El reporte de don Enrique Molina resultó de unas 300 páginas y es tan minucioso que incluye hasta un anexo con las asignaturas disponibles en esas casas de estudio ese semestre.

Pero este viaje no terminó con la entrega del reporte. Los meses de intercambio fueron inspiración para el Profesor Molina, quien decidió no solo compartir las ideas que vio en Estados Unidos, sino materializarlas en Chile, de modo que en 1919 fundó la Universidad de Concepción y hasta levantó en ella la misma torre campanil que visitó en California.

Vaya resultado de una sola experiencia de intercambio, sobre todo si pensamos que durante gran parte del viaje, don Enrique Molina se movió en ferrocarril o barco, a no más de 30 kilómetros por hora, y que las cartas que se escribió con sus pares norteamericanos demoraban meses en ir y venir. Esto es, con medios mil veces más reducidos que los que tenemos hoy a disposición de todos.

Ese contexto nos lleva a plantearnos los desafíos de la internacionalización de un modo diferente a como lo hiciera el primer rector de la U. de Concepción. Esto es que un profesor, después de un largo viaje, logra contactarse con centros de estudio avanzados.

Ahora, universidades chilenas como la UdeC, pueden plantearse en el escenario internacional con las mismas facilidades de acceso que planteles de otros continentes. Eso implica también un cambio de postura pues ya no se trata de la imagen típica del siglo XX, en la que las universidades chilenas acudían a los planteles de otros países para formarse o tener asistencia técnica.

Hoy, hay cientos de estudiantes de esta casa de estudios que, cada año, pueden replicar el viaje de don Enrique Molina a Norteamérica, a Europa o Asia; cientos de académicos que pueden publicar en revistas extranjeras de prestigio y cientos de investigadores que pueden colaborar con casas de estudio del otro lado del globo, en tiempo real.

Hoy somos pares.